Este blog es una ventana abierta al conocimiento y a los profesionales y curiosos de los ámbitos de la Psicología y la Salud. Por ello, recibimos a Ivonne Crispín Lannes, Neuropsicóloga y Psicoterapeuta, quien nos va a sorprender con este interesante artículo.
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En esta
ocasión, comentaremos una metodología de
intervención psicológica conocida como Técnicas de Integración Cerebral
(TIC), creada por los doctores Raquel
Ferrazzano de Solvey y Pablo Solvey (Solvey y Solvey, 2006; 2007) y que agrupa técnicas relativamente novedosas
para trabajar las memorias traumáticas, asimilarlas, integrarlas y
aceptarlas; y con ello dejen de
perturbarnos, reprogramando la relación que tenemos con esa vivencia y
relativizando su importancia y funcionalidad en el momento presente.
Las TIC han demostrado, científicamente, su eficacia
para el manejo de traumas de diferente gravedad y sus efectos en malestar
psicológico, sintomatología
somática y de distintos cuadros psicopatológicos como los trastornos de
ansiedad, trastornos depresivos,
ataques de pánico, fobias, trastornos obsesivo-compulsivo, estrés postraumático, entre otros. La sustentación de estas técnicas ha avanzado en los últimos años, a través de trabajos de tesis para
optar por la titulación de licenciados en Psicología, que demuestran su eficacia para el manejo del trauma psicológico de
diferente severidad en alumnos universitarios (Díaz y Vázquez, 2007); en el manejo de emociones ante el
diagnóstico de enfermedades graves como el cáncer (Shimajuco, 2009), o el VIH/SIDA (Meres Guzmán, 2012); en la disminución de síntomas evitativos e
intrusivos en mujeres que ha sufrido abuso sexual (Córdova y Reushe, 2010).
¿QUÉ ES UN TRAUMA Y CÓMO RESPONDE NUESTRO CEREBRO
ANTE ÉL?
El trauma es una experiencia
que constituye una amenaza a la
integridad psicológica y/o física que se
asocia a emociones intensas o vivencias de caos y confusión. Una situación que vivimos como traumática, la
consideramos inenarrable, e incomprensible
para los demás. Nos sentimos
vulnerables y que hemos perdido el
control sobre nuestra propia vida o al menos, en el área vital afectada (pareja, amigos, trabajo, salud, etc…).
El estrés postraumático, por otro lado, es un
trastorno que supone episodios reiterados en los que tienen la sensación de rememorar de forma vívida el
hecho traumático, con iguales manifestaciones
psíquicas, físicas y repercusiones sociales que si la situación
fuera real.
En nuestro
funcionar cotidiano, los dos hemisferios
cerebrales trabajan de forma sincronizada y alternando la activación y
dominancia para obtener los mejores beneficios. En 1996, un neurofisiólogo
holandés, el Dr. Bessel van der Kolk,
desde sus estudios sobre el impacto del
trauma, encontró que la situación
traumática, desequilibra esta
sincronización de ambos hemisferios, mostrando marcada lateralización o prevalencia derecha y una desconexión funcional
del hemisferio izquierdo y los recursos racionales y el autocontrol que nos
permiten enfrentarla y solucionarla de la manera más sana posible. Nuestro cerebro, para protegernos, activa y almacena
en el hemisferio derecho el recuerdo de los traumas que sufrimos y las
emociones negativas que desencadenaron para que actuemos con desconfianza,
miedo o alerta; mientras el hemisferio
izquierdo “desactivado” solo hiperracionaliza acerca del suceso, y acude a creencias distorsionadas o inadaptadas
que reforzando el estado de malestar psicológico, e incluso activando mecanismos de respuesta
fisiológica.
La racionalización nos “protege” a nivel consciente, pero si nos enfrentamos a
realidades similares a la situación traumática o, a nivel inconsciente percibimos la posibilidad de vivir algo semejante,
las emociones asociadas se reactivarán y
producirá los mismos síntomas. La
manera adaptativa de enfrentar el trauma y sus secuelas a corto y largo plazo
es activar los recursos de ambos
hemisferios cerebrales, para
superarlo desde la reestructuración de la situación y la aceptación de la
realidad.
¿CÓMO FUNCIONAN LAS TIC?
Las TIC se sustentan en la capacidad de
sincronización de los hemisferios cerebrales y el intercambio de información a
través del cuerpo calloso, que es la estructura que los une y permite la
comunicación entre hemisferio y que el cerebro funcione como un todo. A nivel psicológico, esta relación permite que se integren las
emociones que almacena el hemisferio derecho y los recursos racionales y
soluciones que aporta el hemisferio izquierdo. El resultado final es la aceptación de las emociones negativas, un pensamiento más racional de su entorno y
de sí mismo, una visión más realista
y soluciones viables.
Las técnicas TIC producen una reestructuración emocional
y cognitiva profunda. Los cambios se mantienen en el tiempo, las emociones, de alguna manera reprimidas, se liberarán y
el malestar, síntomas o trastorno
por el que se acudió a consulta disminuirá progresivamente en intensidad, hasta desaparecer; sin remisión.
Una de las principales ventajas de las TIC, es que pueden combinarse
con cualquier otra metodología o técnica, ya sean de carácter meramente psicoterapéutico como energéticas, potenciando sus resultados.
¿CUÁLES SON LAS TIC?
Las técnicas agrupadas en las TIC son la Técnica de
los Anteojos Hemisféricos® y Técnica de Un Ojo por Vez®. En ambas técnicas ocurre la activación por estimulación controlada
de un hemisferio cerebral mientras se provoca la desconexión funcional del
contrario por la disminución suficiente de dicha estimulación; en este caso,
a través del analizador sensorial visual.
Aunque poseemos un cerebro que funciona como un
todo y los dos hemisferios cerebrales están en constante comunicación; en caso de estimulación de uno y
deprivación del otro simultáneamente, se
puede apreciar las diferencias perceptuales entre ambos; así como su implicación para la generación
de imágenes mentales, pensamientos,
creencias, emociones, sensaciones
corporales y vivencia de malestar; también diferentes entre uno y otro. Todo esto se traduce en la terapia a que el paciente expresa un enfoque diferente
de la situación perturbadora al contemplarlo con uno u otro hemisferio a través
de la estimulación de uno u otro ojo por separado.
La disminución del malestar y la remisión del mismo, con su sintomatología
mental y física, va arribando en la
medida que se estimula de forma alternada y secuencial un hemisferio u otro,
permitiendo que la información o
perspectiva del problema que tenemos con uno de ellos se integre con la
“visión” del otro; y llegar a una
más realista, aceptable y, por lo tanto; modificable.
| Técnica de los Anteojos Hemisféricos® |
Consiste en estimular-deprivar de forma alternada y
secuencial el hemisferio cerebral izquierdo vs. derecho con unos anteojos
especiales. Estos anteojos están diseñados de forma que permiten entrar la
luz con un ángulo de incidencia que impresiona sobre la parte nasal de la
retina del hemisferio opuesto al que se quiere activar, lo que permite estimular separadamente los
dos hemisferios cerebrales, de modo que el sujeto puede “ver” dos puntos de vista propios y diferentes respecto
a un mismo problema, ambos reales.
F. Schiffer comenzó a usar unos anteojos similares dentro de una terapia estructurada y psicodinámica. Solvey y Solvey – 2000 – desarrollaron el sistema de aplicar un gradiente, secuencial y alternado, que opera como desensibilizante, durante todo el proceso terapéutico que produce una reestructuración cognitiva concomitante, hasta lograr en poco tiempo, a veces en minutos, la desensibilización (ecológica) del tema tratado.
| Técnica de Un ojo por Vez® |
La técnica posee una esencia similar a la de los
anteojos y fue desarrollada, en 2000, por los canadienses Audrey Cook, PhD., y Richard Bradshaw, PhD. Consiste en observar el problema a resolver
con un solo ojo alternadamente (se tapa el otro), activando también los hemisferios cerebrales por separado.
Generalmente, se trabajan dos aspectos relacionados al
malestar emocional:
1.- El “shock” o incredulidad acerca de lo
sucedido, habitualmente, en situaciones
altamente traumáticas, siendo la
aceptación de la realidad y resolución de esa incredulidad la manera más
directa de poner en marcha la desensibilización del trauma. A menudo, se observa que con uno de los hemisferios
la persona “cree” lo que le ha pasado, pero
con el otro “no lo puede creer”. Es decir, lo sabe con el cerebro, pero
lo niega con el cuerpo, la emoción
que le produce le genera malestar corporal. Su discurso está plagado de “no lo puedo creer”, “es imposible”, “me voy a despertar y habrá sido todo un sueño”.
Mientras esta incredulidad persista, se mantendrá cierta
incapacidad de pensar objetiva y racionalmente sobre el problema, pues su mínima evocación activa al sistema
límbico, dispara emociones negativas
y desactiva la corteza prefrontal, área
creativa, que permite nuevas
perspectivas, aprendizajes, y alternativas de solución. No importa cuánto tiempo haya pasado desde
el hecho, es imposible la
elaboración y la integración en la vida del sujeto de las consecuencias de la
situación.
2.- La presencia de ciertos puntos en el campo
visual, llamados “nudos” y “saltos”,
que aparecen al hacer recorrer con la
mirada de un ojo por vez y lentamente todo el campo visual mientras la persona
piensa en el hecho. Curiosamente, los
pacientes asocian estos artefactos que detecta el terapeuta con las emociones
más disfuncionales y, en ocasiones, aparecen
ligadas a sensaciones físicas, como mareos,
náuseas y ansiedad. Una vez disueltos
estos “nudos” con una técnica apropiada, el problema comienza a ser procesado y a desaparecer o se reduce a su
mínima expresión.
La ciencia psicológica ha avanzado en pos de ofrecer
mejores soluciones a los problemas psicológicos, en menor tiempo, menor malestar psíquico y mayor efectividad en cuanto a durabilidad del
bienestar, independencia y
autocontrol.
Ivonne Crispín Lannes
Neuropsicóloga y Psicoterapeuta
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