jueves, 24 de mayo de 2012

¿CÓMO AYUDAR A LOS HIJOS A SUPERAR UNA SITUACIÓN DE DIVORCIO?




            En los últimos años el divorcio se ha convertido en un hecho corriente. Muchos niños/as conocen lo que supone esta situación, bien por haberla vivido en su familia o a través de las familias de algunos de sus amigos.

            La infelicidad no puede ocultarse ante los niños/as, pequeños o mayores. Son conscientes de que algo va mal entre sus padres. Pero intentamos ocultarles la realidad por tres razones básicamente:

.-la primera es que podemos estar demasiado absortos en nuestro propio malestar personal;

.-la segunda es partir del supuesto de que los hijos/as son incapaces de entender esta situación;

.-y la tercera es retrasar lo más posible una situación que puede activar en nosotros un sentimiento de culpabilidad.

Los niños/as sí pueden entender el significado de la crisis a su modo y dependiendo de su edad y nivel de madurez. La palabra “divorcio” no forma parte del vocabulario de la mayoría de los niños/as pequeños. Sin embargo, son conscientes de que algo va mal entre sus padres (tonos altos de voz, miradas entre sus padres cuando están enfadados, silencios duraderos,…).

1. INFORMAR A LOS NIÑOS/AS lo más INMEDIATAMENTE posible tras haber tomado una decisión definitiva y HACERLO EN UN AMBIENTE FAMILIAR, en casa preferentemente.

Retrasar la noticia hace más fácil que se enteren a través de una persona no adecuada en un lugar no adecuado y de la forma menos recomendable. Uno de los problemas que tienen los niños es que no saben la causa por la que sus padres lo guardan en secreto. Cuando se evita hablar del tema, los niños lo magnifican y cambian la realidad por fantasía y por defensas psicológicas.. La peor noticia real es preferible a la incertidumbre. Si puede ponerse nombre a una situación, ésta es más fácil de manejar.

2. Es preferible que AMBOS PADRES ESTÉN PRESENTES. Esto tiene varios objetivos.

Reduce la posibilidad de que uno de los cónyuges culpe al otro de la situación. Esto ocurre a menudo: “Tu padre nunca se ha preocupado de mi”, “Tu madre es una egoísta y solo piensa en sí misma”,…  No hablar con el niño/a de los aspectos negativos de la otra parte de la pareja. Esto es algo que afecta principalmente a la pareja pero no a la relación entre padres e hijos. No hablar mal del otro y centrarse en los aspectos positivos que tiene como padre/madre favorece la seguridad del niño. Esto lo tomaremos en cuenta, no solo a la hora de informar de la separación sino para el resto de las interacciones a largo plazo.  Cuando uno hace a otro responsable de la ruptura, los niños se ven obligados a la dolorosa postura de tomar partido. De ahí surge una competición para conseguir el afecto de los hijos y estos son “utilizados” en el conflicto como medio para trasmitir desprecio de uno a otro de los padres. Esto conduce a incrementar la inseguridad de los niños.

Otro de los objetivos es que el niño/a perciba que ambos padres tienen un interés mutuo y compartido por él o ella y su bienestar


3. INFORMAR CON SENCILLEZ, SINCERIDAD Y TERNURA, sin agobiar a los niños/as con excesivos detalles, pero sin aislar tampoco un único problema y simplificarlo. En lugar de citar una letanía de problemas es mejor marcar una falta de armonía en la pareja, Por ejemplo:

 “Nos has venido observando hace mucho tiempo y has visto que papá y mamá no están como antes, que papá no está en casa y que casi no hablamos ni nos vemos”.

 “No se si te has dado cuenta, pero papá y mamá ya no están bien juntos y van a vivir separados”

También se puede empezar la exposición haciendo algunas preguntas a los niños/as: “¿Sabes que papá y mamá han estado tristes durante mucho tiempo…¿te has dado cuenta?”. Dejar hablar a los niños para entender su percepción de la situación.


4. NO UTILIZAR ABSTRACCIONES NI EUFEMISMOS.

Por ejemplo: “Papá (o mamá) se han ido a un largo viaje”


5. PENSAR DE ANTEMANO QUE PREGUNTAS PUEDE HACERNOS NUESTRO HIJO:

“¿En dónde viviré?”, “¿Con quien viviré?”, “¿Cuándo podré visitarte?”,…. Aunque no sepamos aún los detalles, los niños/as han de saber que se les informará del desarrollo de los acontecimientos… Reconocer que no tenemos respuesta para todo si no sabemos alguno de estos aspectos. Si el niño/a no pregunta, se le puede informar igualmente.

6.DEJAR QUE  NUESTRO HIJO EXPRESE SUS SENTIMIENTOS.

Sentir es uno de los derechos  fundamentales de las personas. Darles la oportunidad de expresar sus genuinas emociones, de hablar, de hacer preguntas y de manifestar sus miedos y ansiedades.

Las reacciones podrán ser variadas e incluso contradictorias e impredecibles. La reacción más frecuente es el llanto. Es una emoción natural y la forma infantil de expresar necesidad, dolor e incomodidad. A través del llanto liberan sus emociones negativas internas. No desanimar a los hijos/as a que lloren con frases como “¡sé valiente!”, “los chicos no lloran!”… Si retiene su pena es más fácil que la exprese posteriormente de forma explosiva o a través de conductas violentas, orinarse en la cama, ir mal en el colegio,…

Tampoco hay que pedir a los hijos/as que expresen lo que no sienten. No han de reaccionar de una forma concreta (algunos lloran y otros no). Los niños/as expresaran los sentimientos adecuados a sus necesidades. Algunas veces reaccionan como si nada hubiera pasado, sin una respuesta inmediata, porque les es difícil aceptar esta situación  y a veces, tras un periodo de tiempo variable puede aparecer hostilidad. Si esto ocurre se les responderá con paciencia y respecto, por ejemplo: “Yo sé que te duele oír esto. Puedo entender lo enfadado que debes estar. Tienes buenas razones para ello”.

Tampoco decirle: “Ahora eres el hombre de la casa” (si es chico) ni darles responsabilidades que no son propias de la edad (para ambos sexos: no sustituyen a la pareja).

No nos olvidemos  expresar nuestras propias emociones (incluido el llanto)


7. ES POSIBLE QUE LOS NIÑOS SE SIENTAN CULPABLES.

Hay que dejarles claro que nada de lo que digan o hagan hará que sus padres vuelvan a convivir, y que no es posible porque ellos no son la causa de lo ocurrido. Repetirle que aunque no seamos felices como pareja, la relación con él como hijo no va a cambiar, ni tampoco los sentimientos. El divorcio es entre padre y madre, no entre padres e hijos.


8. PROCURAR QUE NO OCURRAN GRANDES CAMBIOS EN UN MOMENTO CERCANO A LA RUPTURA, por ejemplo evitar cambios de colegio, de vivienda, cambios de conducta como dormir solos cuando lo hacían acompañados, incluso integrar sólidos en su alimentación o alimentos nuevos. Sumar factores estresantes provoca más ansiedad en los niños de forma innecesaria.

9. SI ALGUNO DE LOS PADRES NO MUESTRA INTERÉS POR EL HIJO, MANIFESTARLO:

“Ahora está preocupado/a por su propia vida y no nos llamará ni nos visitará”. Cuidado con negativizar al padre/madre despreocupado. Preguntarse que consegiríamos con eso.

10. SI EL NIÑO NOS MANIPULA, evitar ser demasiado indulgentes para reducir nuestro propio sentimiento de culpabilidad. Por ejemplo si nos dice que no nos quiere, se podría responder: “Yo sí te quiero. Se que ahora está triste  y/o furioso/a y tienes tus razones. Las cosas no han salido como tú querías”.

11. CREAR UN FRENTE COMÚN.

Podemos llegar a ser excesivamente permisivos con el niño/a para reducir nuestra propia culpabilidad. Una educación demasiado indulgente, igual que una demasiado dura, son extremos no adecuados. Procurar estar de acuerdo en el mantenimiento de ciertas normas y en las modificaciones de conducta que van a realizarse, para formar un frente común que, además de posibilitar el éxito en la implantación de las normas, favorece que el niño/a compruebe y se asegure de que las funciones de madre y padre se mantienen. Por ejemplo, si el niño/a van a empezar a dormir en su propia cama ha de ser en casa de ambos progenitores... Si tiene una hora de entrada, que sea la misma en ambos casos, ... etc.

12. Recordar que SI SE CREA UNA NUEVA PAREJA, no hay que compararlo con la anterior. Procurar  llamar a la nueva pareja por el nombre de pila y no “papá” o “mamá”.

13. ES POSITIVO PARA EL HIJO QUE PUEDA VER A AMBOS PADRES CON ASIDUIDAD. Las llamadas frecuentes son positivas ya que hace ver al niño/a que su padre/madre lo tienen presente. A veces pueden reaccionar mal ante las llamadas porque les hace tener presente que el padre/madre no están en casa, pero esto, a la larga, le ayudará a superar y aceptar esta situación.

14. MANTENER LAS VISITAS MÍNIMAS ESTABLECIDAD DE FORMA JUDICIAL, aunque el niño se niegue a visitar al progenitor que no tiene la custodia. En caso de que el nº de visitas o encuentros paterno-filiales se redujeran de forma crónica procurar que sea de una forma progresiva. Si la reducción es temporal informar al niño/a las causas y mantener contacto telefónico

15. MANTENER AL COLEGIO INFORMADO por si aparecen cambios en su conducta, por ejemplo comportamiento hostil, menor rendimiento escolar, ansiedad de la separación,  falta de control de esfínteres, desobediencia,...


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Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Especialista en Psicología Clínica
Directora de CIPSA

martes, 15 de mayo de 2012

TRATAMIENTOS PARA EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN CON/SIN HIPERACTIVIDAD




A continuación aparecen algunas preguntas frecuentes a cerca del TDAH y su abordaje terapeútico:

¿Qué es el TDAH?¿A qué es debido?

Prácticamente todos hemos oído y utilizado la palabra hiperactivo para referirnos a niños muy inquietos, de manera que este término se ha popularizado y usado en situaciones cotidianas.

Desde la psicología, la psicopedagogía o la medicina, cuando se habla de un niño/a hiperactivo/a nos referimos al Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), entendiendo que el déficit de atención puede cursar con o sin hiperactividad, afectando a un grupo heterogéneo de niños, es decir, a niños muy diversos.

Actualmente parece haber acuerdo en que existe una base biológica y cierta base genética que explica el origen del trastorno, de manera que se considera que los síntomas se deben a una condición neurobiológica, aún en proceso de investigación.
No obstante, el contexto familiar, escolar y social en el que se desarrolle el niño/a determinará la evolución del trastorno.

¿Qué tratamientos son eficaces? ¿Qué factores influyen en la evolución del caso?

El tratamiento del TDAH ha de ser integrador, es decir, ha de buscar dar respuesta a las necesidades (a nivel personal, familiar, social y académico) que el niño/a presenta en el momento actual. El abordaje multidisciplinar de trastorno, que implica la participación de diversos profesionales (psicólogos, educadores, médicos, etc), hace necesario que estén coordinados entre sí. No debemos olvidar que la labor de los padres es fundamental para que la intervención tenga el efecto deseado.

Los tratamientos que parecen haber demostrado su eficacia son los siguientes:

Ø  Programas de terapia de conducta para el manejo de conductas problema, dirigidos a padres y docentes.
Ø  Intervenciones con los propios compañeros, desde el aula.
Ø  Abordaje psicológico de posibles dificultades (problemas para relacionarse, ansiedad, depresión, etc.)
Ø  Interveción psicopedagógica (dificultades en lecto-escritura, control de la atención, técnicas de estudio, etc.)
Ø  Estos tratamientos, en ocasiones precisan de otras intervenciones como la ayuda farmacológica (metilfenidato principalmente) o las adaptaciones curriculares escolares.

La detección temprana del trastorno, una evaluación psicopedagógica que permita establecer las necesidades del niño/a, junto con una intervención ajustada a cada caso, parecen predecir una evolución positiva de trastorno. Por otro lado, parece conveniente ser prudentes respecto al tratamiento farmacológico, especialmente cuando se utiliza como única opción de tratamiento.

Verónica Lamadrid
Psicóloga Especialista en Intervención en Dificultades del  Aprendizaje

martes, 8 de mayo de 2012

Últimamente... ¡NO PEGO OJO!

Si no descansamos convenientemente, nuestro cuerpo no restaura la energía gastada; y sin energía nos encontramos más cansados, tenemos problemas para concentrarnos y para memorizar, estamos más irritables e incluso podemos sentirnos deprimidos.

Las dificultades personales, familiares, laborales... y, desde hace ya demasiado tiempo, el estrés por la situación crítica que vivimos, pueden dificultarnos la conciliación del sueño. A estas dificultades se les suman estilos de vida que obstaculizan el sueño. Por ello, a algunas personas, pequeños cambios en sus hábitos pueden servirles de ayuda para, por fin, pegar ojo.

¿Cómo es nuestro dormitorio y qué hacemos en él? La calidad del sueño mejora si dormimos sin luz, sin ruidos, con una temperatura agradable. Además, en ocasiones utilizamos el dormitorio para estudiar, ver la televisión, hacer ejercicio... Como consecuencia, nuestro cerebro detecta el dormitorio como una señal para estar despierto; o no puede discriminar si es un lugar para  descansar o estar activo. Nos ayudará acostarnos sólo cuando tenemos sueño y utilizar la cama sólo para dormir (a excepción de actividades sexuales).

Hacer ejercicio físico regularmente es un hábito muy saludable. Sin embargo, no es conveniente hacerlo antes de acostarse; mejor volver del gimnasio o de dar ese paseo al menos 30 minutos antes de irse a dormir.

Seguro que ya sabes que las cenas copiosas dificultan el sueño. ¿Qué cenas lo facilitan? Los alimentos proteicos y la fruta ayudan al funcionamiento de la melatonina y la serotonina, sustancias muy importantes para el cerebro durante el sueño. Sin embargo los alimentos azucarados, por incrementar el nivel de glucosa,  no te ayudarán a tener dulces sueños. Si te cuesta dormir, seguro que también sabes que sería mejor que no consumieses café (o que lo tomases sólo por la mañana). Pero ¡ojo con el chocolate! Aparte de incrementar la glucosa, contiene una sustancia estimulante (xantina) similar a la cafeína, aunque más suave.

Estas variaciones pueden beneficiarnos a la hora de conciliar el sueño y, por tanto, a estar más descansados y disfrutar más del día.