Las dificultades personales, familiares, laborales... y, desde hace ya demasiado tiempo, el estrés por la situación crítica que vivimos, pueden dificultarnos la conciliación del sueño. A estas dificultades se les suman estilos de vida que obstaculizan el sueño. Por ello, a algunas personas, pequeños cambios en sus hábitos pueden servirles de ayuda para, por fin, pegar ojo.
¿Cómo es nuestro dormitorio y qué hacemos en él? La calidad del sueño mejora si dormimos sin luz, sin ruidos, con una temperatura agradable. Además, en ocasiones utilizamos el dormitorio para estudiar, ver la televisión, hacer ejercicio... Como consecuencia, nuestro cerebro detecta el dormitorio como una señal para estar despierto; o no puede discriminar si es un lugar para descansar o estar activo. Nos ayudará acostarnos sólo cuando tenemos sueño y utilizar la cama sólo para dormir (a excepción de actividades sexuales).
Hacer ejercicio físico regularmente es un hábito muy saludable. Sin embargo, no es conveniente hacerlo antes de acostarse; mejor volver del gimnasio o de dar ese paseo al menos 30 minutos antes de irse a dormir.
Seguro que ya sabes que las cenas copiosas dificultan el sueño. ¿Qué cenas lo facilitan? Los alimentos proteicos y la fruta ayudan al funcionamiento de la melatonina y la serotonina, sustancias muy importantes para el cerebro durante el sueño. Sin embargo los alimentos azucarados, por incrementar el nivel de glucosa, no te ayudarán a tener dulces sueños. Si te cuesta dormir, seguro que también sabes que sería mejor que no consumieses café (o que lo tomases sólo por la mañana). Pero ¡ojo con el chocolate! Aparte de incrementar la glucosa, contiene una sustancia estimulante (xantina) similar a la cafeína, aunque más suave.
Estas variaciones pueden beneficiarnos a la hora de conciliar el sueño y, por tanto, a estar más descansados y disfrutar más del día.
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