Las fechas navideñas ya
están aquí, y con ellas los rituales y costumbres que las acompañan. Y
habitualmente todo gira en torno a un concepto fundamental: la familia.
Sin embargo, a veces
hay Navidades “diferentes”; Navidades que cierran un año difícil, como cuando
hemos perdido a un ser querido. Entonces estas fechas, anteriormente asociadas
a felicidad, se convierten en momentos tristes, donde el recuerdo de esa persona
nos apena y nos impide disfrutarlas.
Algunas personas
prefieren “escapar” de lo tradicional y viajar para cambiar de aires evitar las
fiestas, incluso viajando a lugares exóticos donde no tengan tradición
navideña. Pero la gran mayoría de nosotros no podemos, ya que los compromisos
(y la economía) nos hacen permanecer en casa.
En ese caso, tenemos
que intentar afrontar la situación de la mejor manera posible. En primer lugar,
no es obligatorio estar felices y contentos. La pérdida está ahí, y son las primeras
Navidades sin la persona, por lo que es lógico que nos sintamos tristes y
desanimados. Pero, de igual forma, no tenemos que sentirnos culpables si
estamos alegres. Quizás las reuniones familiares nos arranquen las sonrisas que
hemos perdido, y podamos disfrutar de momentos de felicidad. Nuestro ser
querido querría eso para nosotros.
Podemos aprovechar para
hablar de él, trayendo del recuerdo anécdotas divertidas o situaciones de otras
Navidades compartidas, haciendo que, de alguna forma, esté allí con nosotros.
Cuando nos cueste
sonreír estas fechas, hay un “remedio” que nos puede traer ilusión: observar a
los niños. Siempre tenemos niños alrededor, ya sea directos (hijos y nietos),
como hijos de primos o de amigos. Podemos centrarnos en observar cómo viven
ellos estas fiestas, y recordar cómo hacíamos lo mismo cuando éramos niños.
Y por último, podemos
mirar al año nuevo con esperanza. Un año nuevo que todavía está en blanco, y
nosotros tenemos el bolígrafo para escribirlo.
FELIZ
NAVIDAD Y FELIZ 2014
Constanza Reyero