jueves, 10 de noviembre de 2016

La Autoestima (II)




Hola, de nuevo, a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. Seguimos con la autoestima. Espero que algunos de vosotros hicierais el ejercicio propuesto. No sé cuántas características subrayasteis para cambiar. En ocasiones, son todas o casi todas. Eso supone que no aceptamos estas partes de nosotros que no nos gustan. Si, como nos enseñaron, solo vemos lo negativo, no nos tragamos, lo mismo que pasaría si tomamos un café turco tan fuerte y espeso. Pero no podemos olvidar que podemos añadirle leche o azúcar, que serán las características que sí nos gustan. Así es más fácil de tomar ese café y de “tragarnos” a nosotros mismos. Sí, sí,… sigue siendo café, pero está suavizado. Una muy buena opción es fijarnos en los aspectos positivos, darnos cuenta de ellos, valorarlos e incluso aumentarlos. A veces, con eso compensamos cosas que no nos gustan de nosotros.

Una pregunta muy importante que planteé en el blog anterior,… ¿Qué hace a una persona valiosa? En general, me contesta mucha gente que los aspectos positivos son los que dan ese valor. Pero entonces, ya estamos cayendo en la trampa de que sólo si modificamos lo negativo o tenemos muchas muchas cosas positivas, valemos algo. Esto le pasa a la gente que tiene una autoestima desequilibrada por encima. Es decir, que sólo ve sus cosas positivas. Por eso, no acepta las críticas ni se critica a sí misma y cree que vale más que otros. Están en el extremo contrario de los que se fijan sólo en lo negativo y creen que no valen nada. En ambos casos, la autoestima no está en su sitio.

EQUILIBRIO. Una persona con la autoestima equilibrada sabe que no vale ni más ni menos que nadie. Sólo que hay personas con las que le gusta estar más que con otras. Y esto es así porque lo que, en realidad, le da valor a alguien es que es único en el mundo. A nivel genético no puede haber dos personas iguales y menos si mezclamos esta variable con el aprendizaje y la situación de evolución individual. En toda la historia de la humanidad, entre todos los siete mil millones (más o menos) de personas que hay, actualmente, en el mundo y en todo lo que resta de futuro,… nunca hubo, hay ni habrá alguien como yo. Este es el valor personal. Por esta razón, si alguien entra con una pistola en una habitación y va a matar al menos válido¿cuál elige? ¿Con qué criterios decide eso? ¿Matará a la persona de mayor edad o a la de menor; o a la rubia, basándose en perjuicios personales?

Se dice que “todos somos iguales”. Pero, en realidad, todos somos distintos y únicos, pero EQUIVALENTES, equi(mismo)valente(valor). Esto nos lleva a pensar que nuestros defectos también nos hacen únicos. Luego no es necesario cambiarlos para tener valor. Eso no está en juego. Podemos decidir hacer algunos cambios y mejoras pero solo para ajustarnos mejor al medio, no para valorarnos como personas.

Cuando fui consciente de esto, sobre 25 años, se me quitó un gran peso de encima. Y aún sigo trabajando en mí misma, desde la tranquilidad de saber que valgo igual que cada uno de vosotros. No más, no menos.

Un abrazo de 20sg para cada lector.
Ángela Carrera
Psicóloga Clínica
Directora de CIPSA

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