Actualmente nos dicen a todas horas, y en todas partes, que
tenemos que ser felices. Sí o sí. Todo el día con este peso encima. Parece que
si no eres feliz, eres un bicho raro. Y, a veces, cuesta mucho ser feliz. La felicidad es una actitud, más que una situación. Todos tenemos miedos,
carencias, debilidades, inseguridades… y quien lo niegue, quiere creerse una
imagen de sí mismo poco acertada.
Hoy impera la imagen de un escaparate perfecto, lo que nos
lleva a pensar que si aceptamos una debilidad esto implica que hemos fracasado.
Y eso, está muy mal visto.
La única forma de hacernos fuertes, de conseguir lo que
queremos y de transitar por un camino feliz, es quitarnos la coraza. Gracias a
la aceptación de nuestros puntos débiles, de lo que nos hace vulnerables,
aunque parezca mentira.
Tenemos que encontrar el EQUILIBRIO entre la víctima y la
perfección. No hay fracasos, sólo resultados. Mostrar nuestra debilidad no nos
hace más vulnerables, sino más fuertes, porque para mostrarla, antes tendremos
que reconocerla y aceptarla. Y sólo así podremos mejorar.
Lo contrario de vulnerabilidad no es fortaleza, sino dureza,
incluida del alma y de las emociones. Si nos endurecemos para no sentir dolor,
también lo hacemos para no sentir el amor y la parte amable de la vida.
La felicidad consiste en aceptarnos y querernos en la
totalidad de lo que somos: fuertes y vulnerables al mismo tiempo. Ni víctimas,
ni héroes imbatibles. Y recordando siempre la gran noticia: podemos cambiar.
Hace unos días, oía a un personaje de televisión que había
ganado un concurso, diciendo: “Yo soy así. A quien le guste bien, y a quien
no…”. O sea, que justificaba su falta de educación, su falta de respeto por los
demás, su orgullo, su prepotencia, en que había nacido así. Sólo quien no
quiere cambiar utiliza esta excusa.
Podemos hacerlo. Podemos convertirnos en nuestra mejor
versión. Y eso pasa también por darnos algunos días de descanso en el
entrenamiento, el derecho a la pataleta. Hoy me quejo, lloro, me enfado con
todo y con todos, acepto que soy vulnerable y me doy permiso para serlo. Y
mañana, sigo adelante trabajando en mi versión sobresaliente.
Carmen Bielsa
Área de Coaching de Cipsa
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