Cuando creíamos que en Europa derechos sexuales consolidados
mediante normativas y directrices contra la discriminación de las personas por
razones de orientación e identidad sexual —como el derecho universal a la
equidad sexual, que se opone a todas las forma de discriminación
independientemente de sexo, género, orientación sexual, edad, raza, clases social,
religión o limitación física o emocional—, nos sobresaltamos, de nuevo, cuando
el Tribunal de Justicia Europeo dicta una sentencia que permite excluir a los
hombres homosexuales de la posibilidad de donar sangre; avalando que cualquier
estado miembro de la Unión Europea pueda establecer una excepción permanente
con hombres que hayan mantenido relaciones sexuales con otros hombres, por el
alto riesgo de contraer enfermedades infecciosas por transmisión sexual. Dando
por hecho que los hombres homosexuales, por el mero hecho de su orientación
sexual, realizan prácticas de riesgo por las que obligatoriamente pueden
padecer enfermedades que pongan en riesgo a otras personas receptoras de su
sangre.
Esta sentencia, basada en cuestiones ideológicas que no científicas,
supone, de nuevo, un gran paso hacia atrás en la igualdad social y en la lucha
por la no discriminación de las personas por razón de su orientación sexual. La
sentencia discriminatoria se sustenta en el viejo concepto de grupo de riesgo, que
condena una orientación y no un comportamiento.
El nuevo concepto científico que defienden los profesionales
de la salud en general y de la sexología en particular, así como las
principales Organizaciones internacionales y nacionales de profesionales de Sexología,
como la WAS, FLASSES, EFS, Academia Española de Sexología y Medicina Sexual y
Asociación de Especialistas en Sexología, entre otras, es que no hay grupos de
riesgo sino comportamientos de riesgo y, de hecho, los datos epidemiológicos
aportados en los últimos años así lo indican.
Evidencias científicas y epidemiológicas sobre las
Infecciones de transmisión sexual
Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son comunes en
los países desarrollados, siendo las prácticas sexuales de riesgo, como realizar
coitos sin protección con diferentes parejas las que condujeron comúnmente a
contraer cualquier infección de transmisión sexual (1).
Hay estudios epidemiológicos que han revisado las ITS más
comunes en adolescentes (2) y, en sus resultados resaltan que la infección por
Clamidias es de frecuente ocurrencia, mucho más que la infección por Gonorrea,
pero ambas son de particular importancia porque pueden causar la enfermedad
inflamatoria de la pelvis. Por otro lado, las Tricomonas es un marcador
significativo para el riesgo de contraer otras infecciones de transmisión
sexual y porque está asociado con las complicaciones del embarazo y con el
incremento del riesgo de transmisión del virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH).
La infección por el virus del Herpes genital también es un
común hallazgo en adolescentes, de la misma manera que el virus del Papiloma
Humano (HPV) está ampliamente diseminado en este grupo de población, aunque las
consecuencias graves, como el cáncer genital, son raras en estas edades.
A pesar de los avances y esfuerzos realizados en prevención
y tratamiento de las infecciones de transmisión sexual, éstas siguen siendo una
causa importante de morbilidad en todos los países. En Estados Unidos, los
Centros para la Prevención y el Control de enfermedades, estiman que aparecen
19 millones de casos nuevos cada año y que, al menos la mitad de los mismos,
ocurren en personas de una edad comprendida entre los 15 y los 24 años.
Habiendo un incremento constante, tanto por infecciones bacterianas como
víricas, a excepción del VIH, que ha permanecido constante en los últimos 5
años (3).
Según los datos actualizados a 30 de junio de 2014 sobre
vigilancia epidemiológica del VIH/SIDA del Ministerio de Sanidad, Servicios
Sociales e Igualdad, la tasa global de nuevos diagnósticos de VIH en España
están en niveles similares a los de otros países de Europa occidental. El 80%
de los nuevos casos de VIH del año 2013 en España tuvieron un origen en la
transmisión sexual y las relaciones sexuales no protegidas entre hombres
ocuparon el primer lugar en cuanto al mecanismo probable de infección. Entre
los hombres, las transmisión en hombres que practican sexo con hombres supuso
el 60.2% y la transmisión heterosexual, el 19.4%. Entre las mujeres, la
transmisión heterosexual supuso la gran mayoría de los nuevos diagnósticos con
un 80.3%. Ahora bien, durante el periodo 2008-2013, el diagnóstico tardío no
disminuyó en ninguna categoría de transmisión, pero las cifras en hombres que mantenían
sexo con hombres fueron mucho menores, aunque con tendencia creciente que en el
resto de categorías por mecanismos de transmisión (4).
Los hallazgos encontrados en la evidencia científica
sugieren que los programas preventivos sobre fomentar actitudes positivas hacia
las prácticas de sexo seguro pueden ayudar a impedir la adquisición de
infecciones de transmisión sexual (5).
Felipe Hurtado
Académico Permanente y Tesorero
de la Academia
Española de Sexología y Medicina Sexual
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Sangani P, Rutherford G, Wilkinson D. Population-based
interventions for reducing sexually transmitted infections, including HIV
infection. Cochrane Database Syst Rev. 2004; (2):CD001220.
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Eissa MA, et al. The epidemiology of sewually transmitted infections in
adolescents. Semin Pediatr Infect Dis. 2005; 16(3):160-7.
Lin JS, Whitlock E, O’Connor E, Bauer V. Behavioral
counseling to prevent sexuallly transmitted infections: A systematic review for
the U.S. Preventive Services Task Force. Ann Intern Med. 2008; 149(7):497-508.
Crosby RA, Danner F. Adolescents’ transmitted disease
protective attitudes predict sexually transmitted disease acquisition in early
adulthood. J Sch Health. 2008; 78(6):310-313.
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