¿Qué clase de mujer
madura quiero ser? ¿Cómo puedo vivir mi sexualidad tras la menopausia? ¿Seguiré
resultando atractiva para mi pareja? Son interrogantes que
muchas mujeres se plantean y cuya respuesta está condicionada por aspectos
sociales y culturales. Sin embargo, el 60% de las mujeres entre 52 y
65 años tienen una vida sexual activa y este porcentaje aumentaría de no mediar
mitos y prejuicios, abriéndose al mismo tiempo espacios para el asesoramiento y
prevención de la pareja que atraviesa esta etapa de la vida.
Envejecer
en una sociedad que alaba obsesivamente la belleza y la juventud puede
convertirse en una difícil tarea. La mujer de más de 50 años se encuentra en un especial
período de su existencia, en una crisis de vida en la cual es muy susceptible
de ser influenciada por el medio social que la rodea. La familia, las pautas religiosas y los mitos, influyen
de manera negativa para poder realizarse sexualmente y continuar con una
actividad placentera que hasta hace poco disfrutaba de forma natural. Ese
entorno social la llena de desaprobación, censura, vergüenza de su cuerpo y su
sensibilidad, llevándola a un gran conflicto en el que se le hace sentir que la
vejez es asexuada y que ya no es lícito ni aceptable el gozar de la sexualidad;
que el amor y el romance son derechos sólo de los jóvenes.
Además, una mujer tras la
menopausia puede pensar que su sexualidad se va a ver definitivamente afectada
por causas médicas, pero es muy importante sensibilizarse en que el placer es
una actitud de vida que proporciona intimidad, libertad, comunicación en pareja
y consigo misma. Por todo ello, aceptar que
la sexualidad sigue presente es poder mantener la capacidad de expresión física
y emocional.
La menopausia, por tanto, no implica el cese de ninguna función diferente a la reproductiva aunque
existen cambios que modifican la respuesta sexual pero que en ningún caso
afectan la expresión de todos los sentidos, que siguen ahí para proporcionar
placer. Es cierto que se producen
cambios que pueden afectar al deseo, la excitación o el placer sexual. Es una
época de modificaciones hormonales que condicionan cambios sexuales como la
sequedad vaginal o la disminución del deseo, pero también es cierto que en
algunos casos la solución puede ser tan sencilla como un lubricante vaginal.
El envejecimiento no es por sí mismo un
factor que origine la disminución de interés sexual de la mujer, ni su
capacidad de respuesta sexual. La mujer tras la menopausia puede mantener,
generalmente, sus patrones de conducta sexual anteriores, los que presentaba en
la juventud, hasta el final de la vida o hasta que aparece una enfermedad lo
suficientemente deteriorante que lo impida. No obstante, el ciclo de la respuesta sexual
de la mujer postmenopáusica lleva consigo una serie de cambios fisiológicos y
anatómicos a nivel del aparato genital y de todo el organismo. Estos cambios van
apareciendo de forma progresiva y no son los mismos en todos los casos.
Estrógenos y Progestágenos. Ya hemos comentado que tras la menopausia hay
una disminución severa de la producción de Estrógenos y Progestágenos que son
los causantes de los cambios que se producen en el aparato genital femenino. Los más frecuentes son que los ovarios disminuyen
progresivamente de tamaño, el útero regresa a su tamaño prepuberal, la vagina
se hace más corta y menos elástica y su pared más delgada. También disminuye
la capacidad de lubricación lo que favorece que el coito pueda resultar
doloroso.
Aunque la capacidad para
tener el orgasmo no declina con el paso del tiempo, muchas mujeres de más de
55-60 años notan que sus orgasmos son menos intensos que cuando tenían menos
edad. También al atrofiarse los ovarios disminuye
la producción de andrógenos, que están relacionados con el interés y el deseo
sexual. Otro cambio frecuente es
el aumento de la sensibilidad del clítoris que produce un efecto incomodo al
ser estimulado. Es frecuente que también las
pautas de conducta sexual cambien para la mayoría de la gente a medida que se
envejece y aunque alguna pareja mantiene la misma frecuencia sexual que tenía
en la década de los treinta o cuarenta, lo más habitual es que disminuya el
número de encuentros.
Pero si en algo
insistimos los profesionales, es que el sexo no es cuestión de cantidad sino de
calidad, por lo que este habitual descenso de la frecuencia sexual no es
sinónimo de deterioro en la relación. Pese a estos posibles
cambios, para muchas mujeres postmenopaúsicas esta etapa de su vida sexual es
también un momento de reencuentro con su sexualidad y de experimentación de
otras formas de vivir el sexo además del coito; el erotismo, la masturbación,
las caricias adquieren para muchas mujeres un nuevo significado.
Para finalizar, me parece oportuno incorporar
otro dato importante: muchas de las mujeres que han tenido conflictos con la
sexualidad en etapas anteriores, o con sus vínculos psicoafectivos, serán las
que presenten algunos de los síntomas y problemas mencionados. Estamos hablando de la historia personal, de
la educación recibida y de la relación que cada mujer tenga con su propia
sexualidad. En estos casos puede resultar aconsejable un apoyo psicológico
capaz de reestablecer un equilibrio saludable.
Capacidad de adaptación. En cambio, aquellas mujeres que han vivido sin
conflictos su sexualidad, con naturalidad, que se sienten plenas, sin traumas
ni perturbaciones, atraviesan esta etapa del desarrollo con una capacidad de
adaptación que les va a permitir seguir disfrutando de la misma e inclusive
enriqueciendo la misma en calidad. Juegan también en ese sentido las propias
ideas y prejuicios de la mujer hacia la menopausia. Quizá uno de los elementos
a tener en cuenta es que muchas veces, los cambios físicos y psíquicos que se producen,
son mal comprendidos y mitificados.
Todos sabemos que lo desconocido produce
ansiedad por lo que no es extraño que algunas mujeres sientan que lo peor de la
menopausia es que no saben qué esperar ni a quién recurrir en busca de ayuda. Pero son las mujeres las que van cambiando
paulatinamente los conceptos. Ya no sólo son madres, también trabajan y
participan a todos los niveles sociales y esto les permite también cuidarse y valorarse
de manera que se minimicen las molestias propias del cambio hormonal que se
produce en el cuerpo. Y ser siempre conscientes que acudir a la
consulta de un profesional especializado puede servir para conocer y adaptarse
mejor a esta segunda mitad de la vida.
Dr. Carlos San Martín Blanco
Médico. Sexólogo. Psicoterapeuta Sexual,
Familiar y de Pareja.
Coordinador del Centro Interdisciplinar de
Psicología y Salud (CIPSA), de Santander.
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