Muchas veces, cuando nos damos cuenta de todo el estudio
que tenemos por delante, nos “agobiamos”. Para saltar sobre ese bloqueo que no nos permite ponernos manos a la
obra tenemos que hacernos con el control de la tarea. Saber que tenemos ese
control sobre lo que tenemos que hacer sirve para manejar la ansiedad. Pero
¿cómo?
Lo primero que vamos a hacer es concretar las exigencias
mínimas. Una vez que éstas estén cubiertas, podremos ir mejorando nuestro
trabajo.
Para establecer una base sólida en nuestra planificación
debemos tener en cuenta tres principios básicos:
ü Hacer
una estimación lo más realista posible de la cantidad y dificultad de las
materias: número de páginas, información de alumnos que ya hayan cursado (y
aprobado) la asignatura, y volumen de ejercicios y trabajos.
ü Evaluar
el rendimiento personal. Este rendimiento depende de aptitudes personales y de
los aprendizajes anteriores sobre el contenido que tengamos que abordar:
cuántas páginas podemos estudiar en una hora, cuánto tiempo tardamos en hacer
un ejercicio, cuánto tiempo tendremos que invertir en hacer un trabajo. ¡OJO! No estamos
hablando de lo que “me gustaría ser capaz de hacer”, sino de lo que “soy capaz
de hacer”. Si no aceptamos nuestras limitaciones, nuestra organización no
será realista; y, probablemente, la primera semana ya tengamos una buena suma
de trabajo “atrasado”.
ü Debemos
ser flexibles para permitir reajustes para recuperar lo que no nos ha dado
tiempo a realizar, y para hacer cambios en el horario o en el orden de las
tareas.
Visualizar
los tiempos:
ü A
largo plazo: prever la organización de todas las actividades.
ü A
corto plazo: organizar la semana teniendo en cuenta todas las actividades y
prioridades. Utilizar una agenda.
ü A
diario: hacer un balance entre lo que hemos hecho y lo que nos queda por hacer.
Por eso es importante el principio de flexibilidad.
¿Qué
debemos incluir en el horario? TODO:
ü Actividades
rutinarias: aseo personal, comidas, desplazamientos, sueño...
ü Actividades
académicas: clases, cursos, seminarios, tutorías…
ü Compromisos
sociales: visitas, celebraciones…
ü Ocio
ü Estudio
personal
ü Imprevistos:
dejar un margen de tiempo
¿Qué
asignatura estudio primero? Aunque sería maravilloso, normalmente no tenemos
una buena concentración nada más sentarnos a estudiar. Centrarnos en la tarea
requiere un tiempo. Es por ello por lo que una buena manera de ordenar las
asignaturas es la siguiente: empezar por una de dificultad media, continuar por
la que mayor esfuerzo nos suponga, y terminar (ya estamos cansados) por la más
fácil para nosotros.
También
es importante hacer descansos planificados cada cierto tiempo. Un buen ritmo
puede consistir en periodos de trabajo de 55 minutos, alternados con descansos
de 5 minutos.
Un
error frecuente entre los estudiantes suele ser dejar el repaso para el día o
los días previos al examen. Si lo hacemos así, dicho repaso se convertirá en un
aprendizaje nuevo, ya que los conocimientos no se han consolidado en la memoria
a largo plazo. Por eso, es IMPRESCINDIBLE hacer múltiples repasos: el mismo día
de estudio, al día siguiente, a la semana y al mes.
Pero... ¡No
todo va a ser estudio en esta vida! Tan
importante es estudiar como descansar y pasarlo bien. Así que cada día de
trabajo lo acabaremos con una recompensa: ver una película, quedar con un
amigo, o cualquier otra cosa que nos apetezca. Encontrar un tiempo para todo,
no sólo para el estudio, nos hará sentirnos más satisfechos al final del día.
Carmen Gómez Navedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario