Los
bebés ya desde su nacimiento van haciéndose grandes expertos en la
comunicación no verbal:
lloran, sonríen, miran a los ojos, agitan brazos y piernas para
comunicarse con los adultos. Ellos aprenden con rapidez que, a través de
sus conductas comunicativas innatas, obtienen una respuesta
satisfactoria a sus deseos, especialmente con su recurso más potente y
eficaz: el llanto [
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