viernes, 15 de marzo de 2013

LA REINSERCIÓN DE MENORES


Esta semana pasada se ha conocido la noticia de la puesta en libertad de Javier García Marín, “el Cuco”, implicado en la desparición de Marta del Castillo. El joven ha permanecido internado en un centro de menores durante 2 años y 8 meses, y ahora tiene que permanecer 13 meses en libertad vigilada, y después será definitivamente libre.
Casos como este, en los que se conocen actos terribles cometidos por menores, crean un importante debate en la opinión pública sobre la “benevolencia” de la Ley del Menor y la posibilidad real de conseguir la reinserción social de estos jóvenes.
A este respecto, existe un gran desconocimiento sobre la labor que profesionales de la Psicología y la Educación Social llevan a cabo. En los centros se trabaja con programas basados en una intervención educativa, promoviendo cambios en sus conductas y actitudes. Se potencia la educación en valores y un estilo de vida saludable, además de promover una intervención familiar más profunda.
Los jóvenes que cumplen condenas en reformatorios, una vez que el equipo de psicólogos y educadores observa que van mejorando su actitud, son instalados en pisos con otros compañeros y a cargo de un tutor. Allí hacen una vida lo más normal posible, alejados de su entorno disfuncional y dentro de programas de estudio y trabajo a cargo de las Diputaciones o Delegaciones de reinserción social.
Los psicólogos que trabajan con ellos tienen una importante labor. Proporcionan un apoyo fundamental con programas de autoestima y desarrollo personal, habilidades sociales, preparación laboral… además de esa función de tratamiento de los déficits educacionales adquiridos en familias disfuncionales.
Y ahí está la pregunta: ¿son realmente efectivos estos programas? Sí. Desgraciadamente, casos tan terribles como el de Sandra Palo o Marta del Castillo puede que sigan sucediendo, pero también hay miles de casos, esos que no salen en las noticias, que sí logran su reinserción. Lo que se debe conseguir es, por supuesto, compensar las dos cosas: una pena realmente ajustada al delito que han cometido, y proporcionarles una segunda oportunidad una vez cumplida.

Constanza Reyero
Depto. Clínica CIPSA

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