Hola, de nuevo, a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. Hace unas semanas que estamos hablando sobre la amistad. Una de las dificultades para que se produzca es la ENVIDIA. Esta es una emoción, lo mismo que lo son la ansiedad, la alegría, la tristeza, y muchísimas más. La envidia es un sentimiento que produce malestar y nos hace comportarnos de forma destructiva. Es un sentimiento universal y no depende de la edad, del género ni de nivel socioeconómico ni cultural. La envidia es muy antigua, tanto como el ser humano.
Este sentimiento es consecuencia
de dos procesos psicológicos: el DESEO y la COMPARACIÓN. Es decir, se produce
al compararse con los demás y al desear lo que el otro tiene. El deseo y la
comparación son necesarios para el desarrollo de los seres humanos, pero hay
que controlar que se den de forma adecuada y controlar sus efectos. La envidia
se da cuando esa comparación u ese deseo no conseguido, se perciben como una
amenaza para la propia valía. Cuanta mayor es la diferencia entre lo que uno
tiene o lo que uno es y lo que le gustaría ser o tener, mayor probabilidad hay
de sentir envidia.
Casi siempre se envidia a
personas cercanas con las que se tiene una relación de igualdad, es decir estar
al mismo nivel, por ejemplo, entre hermanos, con los compañeros de clase, o con
los compañeros de trabajo. El envidioso se compara con ellos para valorarse a
sí mismo y, si ellos tienen algo que él quiere, el envidioso se siente en un
lugar inferior y no lo acepta. Pero también pueden envidiarse personajes
públicos o imaginarios, sin aceptar que otro haya conseguido lo que él quería.
En general, se envidia lo que no
se tiene. Ya sean cosas, cualidades o relaciones. Sobre todo, si eso sirve para
valorarse a sí mismo. Las cosas que se suelen envidiar cambian con la edad y
también depende de cada persona y su sistema de valores y de la cultura en la
que vivamos.
Lo que se envidia con mucha
frecuencia suele ser el prestigio y reconocimiento, el estatus laboral, el poder
y el dinero. Pero puede ser cualquier cosa que pueda desearse y aumente la
propia valía. Por ejemplo, una persona que valore mucho la belleza, es probable
que envidie el pelo, el tipo, los ojos de otra persona, y menos su trabajo.
ENVIDIA DESTRUCTIVA. Cuando hablamos de envidia sin
más, nos referimos a la envidia destructiva. Es muy, muy difícil reconocer que
se tiene este sentimiento, ya que no se reconoce que en el fondo las cualidades
que está criticando son las que admira en el otro. Muchas personas sí reconocen
tener ENVIDIA SANA y no produce los efectos negativos de la otra. Es lo que
llamaríamos ADMIRACIÓN, en la que las cualidades de “el otro” no suponen una
amenaza y no nos sentimos excluidos y no genera acciones destructivas.
La envidia va a tener siempre consecuencias
negativas para el envidioso y, en ocasiones, esas consecuencias negativas también
puede sufrirlas el envidiado. El envidioso va a tener un gran MALESTAR
EMOCIONAL: con tristeza, sufrimiento, ansiedad, rabia,… Esto hace que sea más
difícil conseguir lo que envidia. En la envidia sana no hay este malestar, sino
que puede motivarnos a conseguir lo que deseamos.
El envidioso no tiene EMPATÍA, no
sabe ponerse en el lugar del otro para comprender su situación y aceptarla. Es
difícil que se entienda a sí mismo y a los demás. En la envidia sana si somos
capaces de ponemos en el lugar del otro y entendemos y aceptamos.
Cuando la envidia es muy intensa
o forma parte del modo general de actuar, se envidia a tantas personas, por
tantas cosas, que empieza a tener serias dificultades en relacionarse y la persona empieza
a estar AISLADA. En la envidia sana no hay este tipo de dificultades, incluso
puede mejorar las relaciones con quien se admira.
Se llega a desear la destrucción
del envidiado, y se dan otras emociones asociadas como la agresividad y la
hostilidad. Hay críticas muy duras y frecuentes para rebajar lo que se envidia
y dejar de envidiarlo. Pueden incluso provocarse situaciones de violencia hacia
el envidiado y todo lo que le rodea.
PREVENCIÓN. Para prevenir la envidia es
importante aprender desde niños una serie de aspectos importantes, y si ya la
tenemos será cuestión de intentar mejorar en dichos aspectos. Me refiero a por
ejemplo la capacidad de EMPATÍA, de saber ponerse en el lugar del otro ayuda a
comprender y confiar en sí mismo y en los demás.
Hay que aprender a RELACIONARSE
de forma positiva con los demás, sobre todo con los iguales, adquirir habilidades
para el AUTOCONOCIMIENTO (comprender lo que se siente y por qué y aprender a
modificar nuestros creencias y pensamientos inadecuados como la ira, la
hostilidad, la depresión,…), aprender a hacer comparaciones adecuadas, a
conocer nuestras capacidades y plantear objetivos asequibles y progresivos.
Por último, todo esto favorece
una autoestima equilibrada. De ésta hay que hablar bastante más, ya que es el
corazón de nuestra personalidad. Pero esto será en otro blog. Muy atent@s a próximas entregas.
Un abrazo de 20sg
para cada lector.
Ángela Carrera
Psicóloga Clínica
Directora de CIPSA
No hay comentarios:
Publicar un comentario