jueves, 28 de abril de 2011

CLAVES PARA FOMENTAR LAS CAPACIDAES DE NUESTROS/AS HIJOS/AS

En la difícil tarea de educar a nuestros/as hijos/as, tenemos que responder no solo a necesidades básicas, como la alimentación y otros cuidados básicos, si no también a sus necesidades emocionales e intelectuales. La familia debe, por un lado, ofrecer un ambiente de seguridad y afecto que anime al niño/a explorar el mundo que lo rodea y a aprender de él. Por otro lado, los padres ayudan a descubrir y desarrollar las capacidades y habilidades personales del niño/a, proporcionando la estimulación y los recursos necesarios para ello.
Desarrollo de la inteligencia
Tradicionalmente se definía la inteligencia como una capacidad única, en gran medida hereditaria y estable (no se puede cambiar); la inteligencia de una persona podía medirse y cuantificarse en el Cociente Intelectual (CI). Actualmente esta concepción rígida ha sido sustituida por otras basadas en la idea de que la inteligencia es algo que cambia y se desarrolla en función de las experiencias que la persona tiene a lo largo de su vida.
Hoy en día parece haber acuerdo en que la inteligencia es el resultado de la interacción entre los factores biológicos y ambientales, siendo por tanto educable. De ahí la importancia del contexto en el que se desarrolla el niño/a: familia, profesorado, compañeros/as, amigos/as, medios de comunicación, etc.
La teoría de Gadner (1983) ha influido notablemente en la Psicología; en su Teoría de las Inteligencias Múltiples afirma la existencia de varias inteligencias en el ser humano, en lugar de una sola definida por el CI. Habla de que hay, al menos, ocho: inteligencia lingüística, la lógico-matemática, la espacial, la corporal-Kinestésica, la musical, la interpersonal, la intrapersonal y la natural. Estas inteligencias, aunque son independientes, interactúan unas con otras. Nuestros hijos/as habitualmente tienen todas las inteligencias y probablemente podrán desarrollar cada una de ellas de manera adecuada. Nuestra labor como padres es la de facilitar ese desarrollo sin olvidar que la inteligencia es valiosa, pero la personalidad es más importante (Gadner, 1999).

Educación emocional
La familia desempeña un papel importante en el desarrollo emocional y social del niño/a, a través de la promoción de una buena autoestima, la enseñanza de límites y la tolerancia a la frustración, la comprensión y regulación de sus emociones y estados de ánimo, la motivación por aprender y por mejorar, etc. Todos estos aprendizajes son fundamentales para que nuestro hijo/a pueda responder a los retos de la vida diaria.

Recuerde
- Cada niño/a es único/a. Respete su propio proceso madurativo.
- Los padres han de acompañar a sus hijos/as en su desarrollo, sirviendo como guía, sin caer en querer a toda costa que sean exactamente como nosotros deseamos. Respete sus propios gustos, preferencias e intereses.
- Fomente su autonomía cediéndole progresivamente responsabilidades en las tareas (deberes escolares, obligaciones en casa, etc).
- Promueva el hábito de la lectura ya que ésta constituye el principal vehículo hacia el conocimiento.
- No sobrecargue su agenda con actividades extraescolares. Su hijo/a necesita jugar y/o disfrutar del tiempo libre de manera espontánea.
- Mantenga contacto frecuente y fluido con el profesorado.
- Si su hijo/a presenta características especiales (dificultades de aprendizaje, bajas o altas capacidades, problemas visuales o auditivos, etc) busque asesoramiento especializado sobre la mejor manera de responder a ellas.
- El fin último de la educación de nuestro/a hijo/a es dotarle de estrategias y recursos que le permitan desarrollar sus capacidades, adaptarse al mundo que lo rodea y construir su propia felicidad.